Tras los distintos intentos por parte de la administración de parar el éxito de la cinta, sucedió todo lo contrario. Las diversas polémicas y las múltiples campañas a favor y en contra provocaron en el público un gran interés -algo que en este tipo de películas nunca había sucedido- y se exhibía en muchas salas de cine convencionales. Gracias a esta película, la industria del porno vio como se le abrían las puertas y Linda Lovelace se convirtió en un personaje muy popular en la cultura americana. La actriz continuó con películas pornográficas menos importantes (Garganta Profunda II, 1974; Sexual Ecstasy of the Macumba, 1975) y una no pornográfica, que fue un rotundo fracaso (Linda Lovelace for president, 1975).
Linda Lovelace da el paso de divorciarse, en el año 1973, y decide denunciar a su marido. Lo acusó de ser el culpable de que ella acabara en la prostitución y en la pornografía. Además, también, lo denuncia como culpable de que la joven tuviera cáncer de mama, por que le forzó para que aumentara sus senos, con múltiples y peligrosas inyecciones de silicona (los implante que son habituales, en la actualidad, no eran frecuentes). Y, también, del contagio de la hepatitis -que pudo ser contagiada durante las grabaciones de las películas porno o los años en que se dedicó a la prostitucíón.
Militó en el conocido movimiento feminista radical y, luchó contra el porno, llegando a declarar en la Comisión del Congreso de los Estados Unidos, que investigaba esta industria, por orden de Ronald Reagan. Son míticas sus palabras (“Cuando ven la película Garganta Profunda, me están viendo siendo violada. Es un crimen que la película continua mostrando; había una pistola apuntando a mi cabeza todo el tiempo”). Escribió varios libros sobre su vida. Murió en Denver, Colorado, en un accidente, el 22 de abril del 2002.
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